lunes, 28 de septiembre de 2009

TEOLOGIA YORUBA 1.


TEOLOGIA

YORUBA

OLODUMARE (DIOS) Y SU UNIVERSO

Dios no es un extraño para el yoruba. El está establecido como el Ser Supremo y no hay otro igual. El es incomparable y por tanto no está representado por ninguna imagen. Dios está considerado como el Creador del mundo y el Mantenedor del mundo. También está considerado como el Controlador absoluto del universo, utilizando divinidades como agentes menores en los cuales delega autoridad y funciones. Dios también permite a los ancestros que actúen como intermediarios entre El y el hombre, y entre el hombre y las divinidades. Nuestros ancestros son los guardianes de la familia moralmente y ellos pueden bajar para ayudarnos o molestarnos, para crear adversidad o felicidad. Finalmente el Yoruba ve a Dios presente en el juicio final donde se cuenta toda la creación.

Debemos tener el tiempo para repasar la fundación básica del universo y la cosmología si queremos realmente comprender la filosofía del bien y el mal y cómo ella interactúa con nuestras vidas diarias. Vamos a echarle un vistazo al sistema religioso yoruba.

EL SISTEMA RELIGIOSO YORUBA

El sistema religioso yoruba es piramidal en estructura, con el Ser Supremo (Olodumare) en la cima. El segundo nivel está compuesto por las divinidades menores llamadas Imales, con un tercer nivel compuesto por los espíritus ancestros. Los ocupantes de este tercer nivel son conocidos como "seres espirituales" o "seres sobrenaturales" y nosotros no podemos verlos. El cuarto nivel de la pirámide corresponde a seres humanos los cuales nosotros creemos que ostentan poderes divinos pero no son sobrenaturales o divinos. Estos seres humanos están representados por Reyes, Jefes, Soberanos, Sacerdotes y Sacerdotisas, algunos de los cuales han adquirido su título a través de linajes deificados. El último escalón está compuesto por seguidores de la religión a los cuales nosotros llamamos devotos.

DIOS, ORISAS, ESPIRITUS DE LOS ANCESTROS, REYES, REINAS, SOBERANOS, SACERDOTES, SACERDOTISAS y DEVOTOS

El Sistema Religioso Yoruba

Los yorubas creen que existe una activa intercomunicación entre los diversos escalones de esta pirámide y que los devotos pueden comunicarse con cada nivel de este sistema, sin embargo, la comunicación directa con Dios se efectúa raramente.

El yoruba cree que el hombre nace con un regalo de Dios al cual nosotros llamamos ase, se pronuncia ashè. Este ase es similar al poder místico del cual hemos hablado, que emana de Dios. Esta energía o poder del cual hablamos no se encuentra dentro del cuerpo físico pero al igual que el alma, en parte del cuerpo espiritual del hombre. Este ase nos permite comunicarnos con el mundo espiritual, sin dudar con nuestros ancestros. El ase está llamado a ser más fuerte, a medida que también nos comunicamos con los Imales. Pero si éste no fuese el caso, existen ritos progresivos mediante los cuales uno puede ir obteniendo cada vez más ase, mayor conocimiento y poder para comunicarnos con las fuerzas sobrenaturales dentro de nuestro universo.

EL UNIVERSO YORUBA

El universo yoruba tiene "el cielo" y "la tierra", pero esta perspectiva es algo diferente con respecto a la concepción europea. El yoruba divide este mundo físico en dos mitades o dos planos, el superior Orun y el exterior Aye, que es el mundo en que vivimos. El universo yoruba es comúnmente pintado como una esfera dividida a la mitad, pero mantenida unida.

Orun es la casa de Olodumare, Creador y Ser Supremo. Es también la casa de las divinidades (los Imales que hemos mencionado antes) u Orisas como mejor son conocidos. Conjuntamente con Dios y los Orisas, en Orun habitan espíritus que se han elevado al mismo nivel que los Orisas, pero cuyas funciones mayormente son las de mantener las leyes de la Naturaleza o el mantenimiento de nuestro universo, lo cual explicaremos más adelante cuando hablemos de los Imales detalladamente. Orun, la dimensión invisible, es también la casa de nuestros espíritus antecesores.

OLODUMARE, ORISAS ESPIRITUS ANTECESORES REYES, REINAS, SOBERANOS, LOS CONOCEDORES, LOS DESCONOCEDORES

El Universo Yoruba

Aye es considerado el mundo de la vida y es gobernado por soberanos y mayores divinamente inspirados. Los habitantes de Aye, de acuerdo con la creencia yoruba, sólo pueden estar dentro de una de dos simples categorías, los conocedores, y aquellos que son desconocedores, esto es, iniciados y no iniciados. Cuando efectuamos una representación física del universo yoruba, no es difícil comprender el sentido yoruba del orden y la claridad del mismo. Su universo es lo más quieto y simple que podemos imaginar y lo menos complicado para entender. (Actualmente Aye es la intersección donde el cielo se une con la tierra. Es la estrecha raya de la superficie de la tierra. Nosotros llamamos a la tierra Ile Aye).

Nuevamente, el yoruba cree que nuestro Universo tiene dos planos, el plano celestial y el plano terrenal. El plano celestial tiene dos dimensiones, un cielo bueno y un cielo malo, basado en nuestra forma terrestre de actuar y en nuestro carácter, nuestro espíritu debe ir a uno de estos dos cielos. No existe un infierno ni hay un diablo en el sistema religioso yoruba. Desconocidos escritores, falsos profetas y teólogos han adjudicado esta dimensión añadida a la creencia yoruba, pero eso corresponde a la influencia cristiana e islámica. Esto se convierte en un factor significativo porque esta falta de representación el infierno causa una histórica y universal incomprensión de Esu, una de las mayores divinidades del panteón yoruba. Debido a la ignorancia sobre nuestro sistema de creencia, a Esu se le ha asignado el papel de diablo y un tercer plano llamado infierno fue añadido a los dos planos cosmológicos. En esencia, después de miles de años de libertad de influencia foránea, el infierno y el diablo fueron añadidos al mundo religioso yoruba por los europeos, algo después de 1850.

LAS DIVINIDADES

El yoruba cree en la existencia de divinidades. Nosotros creemos que esas divinidades provienen de Dios y por consiguiente son seres que están en un orden muy superior al hombre, en consecuencia con su naturaleza y funciones.

La religión yoruba hace referencia a tres categorías de divinidades. Algunas de las divinidades son referidas como primordiales y como tienen tantas leyendas, se cree que fueron las divinidades del cielo desde el momento en que estaban con el Ser Supremo y que tomaron parte en el trabajo de la Creación del universo. Una segunda categoría de divinidades de acuerdo con sus gloriosas o misteriosas vidas, una vez muertos fueron deificados como dioses. Una vez que un ancestro es deificado, él o ella no puede seguir siendo llamado ancestro, debe ser llamado Imale u Orisha. El o ella está en disposición de absorber los atributos o características de una divinidad cercana. Un ejemplo de esto es Jakuta quien fue la original diosa del trueno del pueblo de Yoruba. Por otro lado Shango fue el cuarto Alafin de Oyo. Su vida como un poderoso guerrero, rey y tirano, fue una leyenda para el pueblo de Oyo y otros reinados yorubas. Por eso, una vez muerto, fue deificado. En su deificación él adquirió todos los atributos de Jakuta y se convirtió en el actual dios del trueno de los yorubas.

Existe una tercera categoría donde algunas de las divinidades vienen a personificarse como fuerzas naturales. Bajo esta categoría, pudieran encontrarse probablemente el mayor número de espíritus de los pobladores del mundo de Aye. Estos espíritus están asociados con colinas, montañas, ríos, rocas, cuevas, árboles, arroyos, lagos, o montes. Si el yoruba considera uno de estos espacios naturales como hábitat de un espíritu, este área comúnmente se transforma en un lugar sagrado y el pueblo viene a rendir culto a esta zona. Uno de los sitios sagrados más conocidos está en Abeokuta y es llamado La Roca de Olomo (Olomo rock). El Egba organiza festivales dedicados al espíritu de la roca, el cual según el folklore, les ofreció su asistencia para defenderse de sus enemigos durante los días de las guerras tribales. El pueblo de Ibadan, la ciudad más grande de Nigeria, celebra la bendición del espíritu de Oke-Ibadan (La colina de Ibadan), el cual les acompaña tanto en los días de paz como en los de guerra.

Los seguidores de la religión yoruba en el Nuevo Mundo, adoran primariamente a las divinidades de la segunda categoría, por lo que el término orisha es mucho más popular. A medida que su conocimiento sobre la religión ancestral sea mayor, el conocimiento y el posible culto a las divinidades menores aumentará proporcionalmente. Cada orisha exhibe su propia polaridad y en algunos casos, varias polaridades. Estas polaridades o diferencias pueden ser expresadas como personalidades dentro de cada orisha, con lo que muchos orishas tienen múltiples personalidades. Estas personalidades son llamadas Caminos del orisha.

Los orishas generalmente son clasificados dentro de una de dos categorías, Orishas fun fun, son orishas blancos. Son llamados blancos no por el color de su piel, o de su vestido, sino por sus personalidades. Para los yorubas el color blanco simboliza calma, y ésta es una de las principales cualidades que estos orishas generan. Estos orishas (Obatalá, Oshosi, Osanyín, Oduduwa, Yemoja, Oshun, Oba, Oloosa, Olokun), son frescos y tranquilos por naturaleza. Sus caminos reflejan calma y gentileza. La otra categoría es Orisha gbigbona, los cuales son los más agresivos y temperamentales (Ogún, Shangó, Obaluaiye, Oya). Estos orishas son muy autoritarios y exigentes y pueden ser considerados mercuriales.

Por favor, no caer en el error de pensar que los orishas tienen una sola naturaleza o cara. Cuando se les ofende, el más pasivo de los orishas puede desatar una cólera que puede hacer estremecer al más agresivo de los orishas.

ESPIRITUS ANCESTROS

Nuestros espíritus ancestros también han hecho de Orun su casa. La palabra yoruba para nombrar a los ancestros es Egun, y al colectivo de espíritus o familia de nuestros ancestros, se les llama Egungun. Nosotros creemos que nuestros ancestros pueden visitarnos en sueños, darnos información y mostrarnos la dirección justa de acuerdo a como ellos lo hubieran hecho cuando estaban vivos. Como espíritus, ellos no tienen las limitaciones del entorno humano. Son fuertes y sabios. Es por ello que existe la creencia de que la mayoría, si no todos los mensajes recibidos de nuestros ancestros, tienen que ver con el bienestar de la familia. Otra creencia es que podemos comunicarnos con los espíritus de nuestros ancestros hasta cinco generaciones anteriores. Este es nuestro más cercano vínculo con el mundo espiritual. Nuestros ancestros tienen el poder de comunicarse con ambos, con nosotros y con Dios.

Se presta atención a nuestros ancestros de cuatro o cinco generaciones, de cuyas muertes ha pasado un corto tiempo, miembros de la familia lo ancianos practicantes de la tradición los ancestros como "muertos vivientes". recuerda al ancestro cesa de el ancestro está realmente del mundo exterior. El o ella entonces puede volver solamente mediante reencarnación.

Cuando la última persona que llamar su nombre, entonces "muerto" y sale completamente

Junto a lo concerniente con el bienestar general de la familia, los espíritus ancestros están profundamente relacionados con convenios realizados por ellos socialmente de supervivencia ética y son los mantenedores de la moral de la familia. Nosotros creemos que los espíritus de nuestros ancestros siempre están cerca de aquellos que se comunican con ellos y los resguardan de muchos de los aspectos negativos de la vida cotidiana.

lunes, 31 de agosto de 2009

LA MUERTE.


De donde la gente de la Tierra ha venido,
es a donde ellos retornarán.
¿Para qué lágrimas?
¿Para qué luto, pena?
Quien nos manda a venir,
es quien nos llama a retornar […]



Cuando trabajaba en este ensayo sobre la Muerte, alguien me preguntó qué significaba la muerte para mí. Recuerdo haber contestado que «la muerte es un acto donde la vida se transforma». ¿Y en qué se transforma? «En vida» —le respondí. Él no me entendió claramente y así me lo hizo saber, fue entonces cuando le dije:
—Imagínate que andas en busca de una esposa perfecta, de hijos perfectos, de una familia perfecta y de amigos perfectos, y en ese preciso instante en que casi lo logras, despiertas del profundo sueño en el que estabas inmerso y te encuentras caminando por un oscuro túnel y al aproximarte al final descubres un inmenso reloj que marca las siete horas y cincuenta y nueve minutos. Te detienes ante él, observas cómo la aguja se desplaza de segundo en segundo y escuchas los sesenta «tac», hasta que un sonido ensordecedor te hace despertar sobresaltado al mundo en el que vives hoy.

ADRIAN DE SOUZA

Todas las actividades humanas han estado enmarcadas por los límites ineludibles de la muerte. La muerte es parte de la vida, es un fenómeno mediante el cual la vida se transforma; así que no es posible ver la muerte como algo independiente de la vida, porque es un todo inseparable del cual son partes todos los seres vivos; sin embargo, el hombre es el único que sabe que morirá y no obstante, hay infinidad de interpretaciones referentes a la muerte.
Hubo un período en que generalmente las personas vivían poco tiempo. Así, trataban de tener todos sus asuntos en regla para cuando llegara su hora de partir; y toda la comunidad se involucraba en las consecuencias que esa pérdida dejaba en la familia. Finalmente, la tierra tomaba el cuerpo, porque a ella le pertenecía.
Después, todo se fue transformando. Las leyes de los hombres cambiaron los principios en que fueron creados, y aquello que era natural fue tornándose escabroso. El creador fue llamado por diferentes nombres y se le adjudicaron castigos tan perversos que todos comenzaron a temer la muerte, a la que ya no veían como parte esencial del ciclo de la vida, sino como el juez que castigaría sus culpas. Las personas se apegaron a la vida; se convirtieron en seres afligidos por la pérdida y se separaron de la muerte.
Por último en la sociedad moderna, el hombre con sus conocimientos se creyó con autonomía y dejó de vivir para la muerte; sin embargo ella sigue ahí.


En la Creación, que es un acto de Amor, todo está diseñado para que funcione, incluso la muerte; porque cada ser tiene asignado un papel que debe desempeñar, pero el hombre desarrolló un concepto de individualidad ajeno a la verdad trascendente y desequilibró la naturaleza fluida del ciclo de nacer y morir.
Las sociedades modernas no preparan al hombre para a morir. Los esfuerzos realizados por una medicina materialista que aferra a los moribundos a la vida tras el efecto de tratamientos y medicamentos, se contradicen con el proceso primario de la muerte. En cambio, el hombre yorubá enfrenta la muerte de acuerdo a su ética con un estado de calma total, lucidez mental y valentía, manifestando una sabiduría que trasciende al acto en sí, porque ellos piensan que la vida no valió la pena si no se sabe morir: «El que no aprende a morir, muere contra su deseo». A través de su vida buscan un estado espiritual llamado Ifáyelele,[1] que les permite «aprender a morir», porque desarrollan todas las potencialidades de un buen carácter, y para los que no lo logran existe otro proverbio que enfatiza: «Fue su carácter[2] (mal carácter) quien no lo dejó tranquilo, ahora que le ha tocado resbalarse se aferra caprichosamente al madero». La actitud ante la muerte es el verdadero problema al cual el hombre se debe enfrentar después de haber llegado a la mitad de su vida.
Toda vida marcha inevitablemente hacia la muerte, pero sólo cuando el hombre es capaz de creer que después de la muerte hay vida, hallará un punto razonable a su existencia. Ese punto razonable es lo que los yorubás denominan el estado de ehin iwá (detrás de la vida o después de la vida), el cual esta regido por un fuerte concepto ético que no es otra cosa que el carácter de ancestro alrededor del cual gira todo un culto, denominado el culto de Égungun, la divinidad que representa el culto de los antepasados.
En el odu Ogbe Irete, Ifá puntualiza:
Aunque la vida de un malvado sea placentera
su muerte y su vida después de ella no serán gratas...Estar vivo después de la muerte no constituye ningún acto de fe, como hacen creer algunos especialistas occidentales, que se han referido al tema de la muerte. De acuerdo a los mitos de la cultura yorubá, estar vivo después de la muerte, es un asunto del alma (emi en yorubá),[3] porque ella está preparada para el acto

[1] Este término alude a la calma interior que produce el reconocimiento de los miedos internos; una vez vencido este paso, al indagar a través de la prescripción del oráculo el odu que rige su destino (odu patrón, iteledú en yorubá), el hombre está en condiciones de enfrentar la vida con el valor que da la sabiduría; porque es consciente del proceso de crecimiento de su conciencia y aumenta su discernimiento entre el bien y el mal. (Los nombres de las divinidades y algunos otros términos yorubás aparecerán siempre escritos en español para facilitar su lectura y comprensión).
[2] El término que en lengua yorubá se denomina carácter es iwá, para ellos es lo que da a la vida satisfacción y complace a Oloddumare (Dios Supremo); para ser persona (buena persona, verdaderamente un ser humano) hay que tener un buen iwá. Desde la óptica lingüística, cuando la i se emplea como prefijo de un verbo significa acción, mientras wa significa ser o existir; o sea, puede decirse que iwá es carácter, en tanto el carácter es el propio ser y lo determina.
[3] Literalmente, emi significa: yo. Es común en la cultura yorubá, la asociación del alma con el corazón, las emociones y los sentimientos. Aunque en el dialecto yorubá, la palabra okán se emplea fundamentalmente para corazón, también se entiende como alma, espíritu, conciencia. Esta interrelación se aprecia en una explicación que da Wande Abimbola en una entrevista concedida a Ivor Miller: «el corazón, conocido como Emi, es una hija del Supremo Creador y sólo cuando Él ordena salir a su hija de un cuerpo viviente, se considera que la persona ha muerto. Por definición, la persona está muerta cuando Emi se va o escapa de un cuerpo.



de morir, ya que desde el inicio de la vida sabe que su razón de ser es morir para renacer, por eso permanece sana e intacta hasta «que se resbala»;[1] es decir, se transforma, porque realmente nunca muere.
Desde edades tempranas, los yorubás se familiarizan con la muerte, incluso con sus propias muertes, a través de los rituales de paso, los cuales comienzan cuando el niño nace y se celebra la ceremonia tradicional de nombramiento[2] a los nueve días de su arribo al mundo. La manera habitual de ponerle nombre a un recién nacido yorubá es por prescripción del oráculo. En ocasiones Ifá prescribe el nombre propiamente; en otras, el nombre se deduce a partir de las circunstancias de la historia afín del odu por características que rodearon el nacimiento. En cualquier forma, el nombre tiene un propósito y por eso se educa al niño en la conciencia de lo que significa él para la sociedad.
Para esta ceremonia, se invita a sacerdotes de Ifá especializados en estos menesteres quienes realizan adivinación a la criatura que acaba de nacer; ahí se le dice a los padres cuál es el camino que esta debe seguir en la vida, y qué sacrificios se necesitan para eliminar las perspectivas de peligro que la amenazarán y encuentre el equilibrio necesario para llevar una vida plena. También se determina por el odu que prescribe el oráculo, si el niño viene por poco tiempo a la Tierra; o sea, si es un imere,[3] y qué hacer para evitarlo.


[1] Se refiere a que el alma ha abandonado el cuerpo físico.
[2] Ceremonia tradicional practicada entre los yorubás cuando nace un niño/niña. Sacerdotes de Ifá especializados en estos menesteres realizan una adivinación para los padres de la criatura, de la cual resulta el camino que deberá seguir en la vida, y qué sacrificios se necesitan para eliminar las perspectivas de peligro que la amenazarán y encuentre el equilibrio necesario para llevar una vida plena.
[3] Imere: «Nacidos para morir». Estas son personas que deciden viajar a la Tierra sólo por un corto tiempo, ya sean unas pocas horas, días, semanas, meses o años.


La ética yorubá deja claro que cuando un hombre muere lo que queda de él es el carácter; por eso cuando un yorubá muere físicamente, dicen que ha quedado su imagen en los demás y esto los hace siempre eternos e irremplazables.

El respeto hacia los mayores y la humildad hacia estos es una fuerte protección ante la muerte prematura.[1] Este respeto no sólo se basa en la adecuada y consecuente relación hacia las personas mayores, sino también hacia aquellos que están en posiciones de autoridad, por eso Ifá dice en el odu Okonrón Irete:
La gentil brisa es la que hace que las hojas se curven.
El viento de la sabana es el que hace que el pasto se curve.
Al final de una lluvia,
si un niño respeta a su padre,
si un niño respeta a su madre,
todo lo que planee hacer rendirá frutos.
Su destino estará lleno de logros.
Si una esposa respeta a su esposo,
ella tendrá beneficios en su empresa.[2]
También resulta muy aleccionador el siguiente poema del odu de Ifá Babá Eká Meyi:
Si un niño es irrespetuoso.
Si él conoce a un sacerdote de Ifá veterano,
deja que abofetee la cara del sacerdote de Ifá.
Si él conoce a un yerbero mayor,
deja que venza al yerbero sin misericordia.
Si conoce al jefe Abore [3]
donde este inclina la cabeza suplicándole a Oloddumare,
deja que empuje hacia abajo al Abore.
Estas fueron las declaraciones de Ifá a un niño obstinado
cuando dijeron que nadie lo podía soportar.
Se les aconsejó ofrecer un sacrificio.
Llamaron mentirosos a los sacerdotes.
Calificaron de ladrón a Echu.[4]
Simplemente ignoraron el consejo del sacrificio.
¡No saben lo que es eso!
[1] Para los yorubás, el día de la muerte queda pactado en el Cielo —junto con el destino— antes de que la persona venga hacia la Tierra; por lo tanto, desvían las probabilidades de muerte prematura a través del oráculo de Ifá para alcanzar con éxito la fecha prevista. Aunque nadie recuerda ese pacto, los yorubás están conscientes de que «nadie se desea un mal destino» y así asumen que han pedido larga vida.
[2] Citado por Fasina Falade: ob. cit.
[3] Jefe sacerdote de una arboleda.
[4] Echu es la divinidad que funge como equilibrio dinámico de la existencia; actúa sobre los parámetros del caos cuando ofrece diferentes opciones en el destino de cada hombre, poniendo o quitando obstáculos de su camino, en función de que este sacrifique para que pague su deuda con la humanidad y reconozca la posibilidad de transformación. Ver Capítulo I, donde se desarrollará ampliamente este tema.


Los ancianos de la comunidad preservan los rituales y las tradiciones y son un ejemplo de cómo actuar en cada etapa de la vida, la eticidad de esta cultura es muy precisa al respecto, porque es común escuchar en esta cultura que: «Quien no actúa según su edad, atenta contra todo lo que pudiera llegar a ser». Para los yorubás esta es una falta primordial, ya que el carácter se revela a través de las acciones y la vejez significa alcanzar la condición de imagen; una imagen capaz de perdurar aun después que el hombre ha desaparecido físicamente.
Desgraciadamente las sociedades modernas no tradicionales tienden a admirar a los hombres viejos que muestran un aspecto juvenil y se comportan como jóvenes. ¿Quién no conoce a esos ancianos que en los pocos años de vida que les quedan están evocando sistemáticamente sus días de niñez o adolescencia, como si lo único que pudiera encender la llama de sus fueros interiores fuera la remembranza de un pasado que puede ser incluso fantasioso? Toda esta evocación es la gran angustia que estos hombres maduros sienten ante el futuro y sobre todo ante la muerte, porque no han sido educados para vivir la última etapa de sus vidas.
En la sociedad tradicional yorubá la educación y la preparación para esta etapa tan importante la ofrece la ética de la religión, quien conduce por encima de la autoafirmación a un ámbito en el que el hombre verdaderamente llega a ser hombre; a encontrarse consigo mismo a pesar de todos los obstáculos, porque se logra la unidad del ser con la naturaleza. Este gran tesoro de la vida que se manifiesta en el inconsciente como una renovación continua, es conocido solamente a través de los símbolos y mitos.
Por eso en el concepto yorubá, para llegar a ser mayor, un viejo, un iniciador, es preciso haberse encontrado a sí mismo primero y aceptarse, como única vía para encontrar la reconciliación consigo mismo y con las circunstancias y los acontecimientos contradictorios que rodean la vida; en fin, requiere de un profundo aprendizaje de la vida y de la muerte, de los vivos y de los difuntos, de la historia pasada, de lo que se ha vuelto invisible y queda en imágenes viviendo en sus vidas. La muerte y los muertos, regresan a los vivos no para llevarlos a la tumba, sino a los antepasados; constituyen guías que se convierten en maestros. Cuando se anda perdido, entonces ellos despiertan brindando su conocimiento y una sabiduría profunda.




CONTINUA...............


martes, 28 de julio de 2009

QUE ES UN BABALAWO?


Instituto Ifá Ela de Educación Yoruba
Bàbàlawó


¿Que es un Bàbàlawó?

Es aquella persona que se inicia en Ifà y ha pasado el tiempo necesario en instrucción como para poder ser capaz de tener el culto el solo para sí mismo, antes de tratar practicarlo ante los demás, es un sacerdote que debe de conocer su culto a la perfección y regirse bajo los cánones del Odù Ìka Fún. Solo así se asegura su estadía en la tierra ya que el Odù ìka fún fún explica todas las normas de los Awo y creyentes de la Fe Òrìsà.

Los seguidores de Òrìsà y de Ifá en ningún momento reciben energía (Asé), de ningún Òrìsà en ninguna ceremonia, se debe recordar que según el Odun Ògbé Yonù que nos explica la formación de Orì y la conformación del cuerpo humano, dice que cada Òrìsà forma una parte del ser humano y Òrìsà – Nlá es quien conjunta todo, siendo el padre de la humanidad, por ende, el Yòkó Òòsà solo provoca que el ser humano, emane la energía de los Òrìsà, aquí la pregunta es, ¿Qué energía se tiene que irradiar? La respuesta es más sencilla de lo que parece, cuando una persona se consagra en su Òrìsà debe de tener en cuenta según el Odù que bajo con ese Òrìsà a la tierra, cual es su personalidad y tratar de emularlo, el Awo Òrìsà (Seguidor de Òrìsà), tiene como labor, estar alineado con la Personalidad de su Òrìsà tutelar, de este modo, aunque el ser humano, contenga la energía de todos los Òrìsà solo se ve responsable de estar en contacto con la de su Òrìsà tutelar.

Así mismo el Babaláwo tiene por labor irradiar la energía de Elerin ipin (El testigo de la creación), entendiendo que la divinidad Òrùnmilá, es la divinidad que contiene el conocimiento de la historia y la sabiduría de que la historia es cíclica, al ser cíclica, se queda asentada en la creación misma, que en este caso, es el ADN del ser humano, cuando una persona se consagra en Ifà debe de estar consiente en todo momento, que la ceremonia, tiene como fin, descodificar toda la historia encriptado en el ADN esto lo ayudara a absorber mejor el conocimiento de Ifà.
La Ijuba o Rezo tradicional de apertura a ceremoniales y rituales, que nos lleva primero, al agradecimiento hacia el creador por todo lo creado dice claramente:



Opé ni fún Olórun


Gratitud al Dueño del Reino de los Ancestros.



Ibá Olódùmarè Oba ájikí



Respeto al Creador, el Rey que nosotros alabamos primero.


Mó ji loni.



Despierto hoy.


Mo wo gun merin ayé



Contemplo las cuatro esquinas del Mundo



Ibá Éláwóri Ágbégi leeré la´fin ewu ládo, énti Olódúmar pájo e dá Ómó Olúworiogbó.



Respeto al Espíritu de la Pureza, El que talla la tela en Ado en la forma de una escultura, él que su fecha de muerte no ha sido cambiada por el niño del Padre Jefe que hizo todas las Cabezas que existen en la Creación.

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El recitar este verso que se vuelve la base de nuestra tradición Africana Yorùbá, nos invita a que en la alabanza, nos comuniquemos y estemos en perfecta alineación con la energía ancestral de la naturaleza, un Babaláwo, debe de estar pendiente de continuar ese acto día tras día, según lo profetizado por el Odù Iwori Mejí:

Awo bi o ba tefa tan Ki o tun iye e re te o Iwori teju mo ohun ti nse ni



Awo, se te ha iniciado en Ifá Iníciate nuevamente, mediante el uso de tu sabiduría e inteligencia Iwori toma una mirada crítica de lo que te afecta

La iniciación es total mente referente, a que el Awo Fá , debe mantener los estatutos que su nuevo rango le ha conferido, para de este modo, poder continuar con su labor de medico físico y espiritual, ya que el Babaláwo tiene como labor, la de dar salud física y espiritual, a través de sus diversos encantamientos.


El Ciclo de Oriki, le da al Babaláwo, el Asé o fuerza suficiente para que su Orì pueda solicitar las bendiciones necesarias para todos los hombres y mujeres que existen en el mundo. Ya que su Orì o conciencia ha bajado a la tierra con ese propósito, por lo que un Babaláwo no tiende a juzgar, puede tener sus propios conceptos, pero el llegar a corregir a alguien, solo le da la imperfección que un profano porta; el Odu Èèjí Ògbé dice, “A aquellos que exigen no debe de dárseles el pan que piden, por que se aumentara su miseria” , esto no implica que el Babaláwo deba de negar lo que él sabe, pero por su alto conocimiento, cualquier persona llegara a exigirle que comparta lo que él sabe, sin embargo, si el Babaláwo cae en ese juego, solo alimentara miserias, ya que aquel que desea aprender, no necesitara pedirlo, el mostrara la constancia necesaria para poder llevar a cabo su aprendizaje con el Babaláwo.

Todo seguidor de Ifà tiene por responsabilidad la de mantenerse firme en sus ideas y jamás discutir ante aquellos que tienen un punto de vista distinto, esto es porque si ellos viven en una idea, el Babaláwo no tiene por que discutirle nada a nadie, solo mostrar sus fundamentos, y mas allá de atacar, tiene por labor la de ser Maestro, el Maestro es un medico que sana las enfermedades intelectuales, inteligentes y mentales, por ello un Babaláwo no debe de discutir a nadie, porque no podría dar algún tipo de Salud, con simplemente decirle a una persona que todo lo que dice es un error.


Baba Awo: El Padre de los Secretos.

Odù Ògbé Rikusa dice:


Bi oju ba npon BabaláwoKi Babaláwo ma puroBi oju ba npon OnisegunKi onisegun ma seráNitori ati sun awoDia fun ÒrùnmiláNijo ti eni Aimo wa nko Ogun ja BabaWon ni ki Baba ruboNje eni AimoEmi ma wa mo yin oEmi ti mo monu-monuTo finu jo OkaMo ti mo AgbaduTo finu jo EreMo ti mo iwowo-ErekeTo finu jo Barapetu



Traducción:


Si un Babaláwo está en una grave búsquedaNo lo dejes mentir, Si un yerbero tiene una necesidad No lo dejes ser deshonesto No dejes que nadie mienta o muestre deshonestidad Por las cuentas cuando él muera Esta es la declaración del oráculo a Òrùnmilá Cuando gente desconocida empezaron una guerra contra él Se le pidió a Òrùnmilá ofrecer un sacrificio El aceptó Ahora los pretendientes Tienen todo expuesto Ahora conozco a la pitón Que se parece a la cobra Ahora reconozco a la serpiente de cascabel que comió la boa Ahora puedo ver a través de Iwowo Ereke (interprete)¡Quien pretende que él es Òrùnmilá!


Àbòrú Àbòyé Àbòsísé


domingo, 12 de abril de 2009

AWO IFA ORUN, les da la Bienvenida.

Les Damos la Bienvenida a este blogs, que esta creado, para el intercambio de conceptos e inquietudes, sobre la Religión Yoruba. Tanto para Awoses de Orumila, Olorishas, Aleyos, personas que comparten el criterio que el culto a Ifá y a los Orishas, es más que una religión, una forma de vida. Busquemos a recuperar ese legado que nos dejaron nuestros antepasados y que debemos dejar a las generaciones futuras.
Esta no es una página para crear conflictos de opiniones, ni generar discusiones sin un sentido, Ifá reza, que la verdad (del conocimiento del ser) esta repartida en varias cabezas. Por lo tanto, debemos abandonar una sociedad individualista, para convertirnos en una comunidad que viva respetando Las Leyes Universales y Naturales, comprendiendo que cada ser es unico, pero que es parte de un todo.
Compartamos este espacio, que esta dedicado a hablar sobre las bases filosóficas de nuestra religión, y compartir con otros experiencias.
Bienvenidos, pues, y esperamos que sea de su agrado compartir este espacio con nosotros.


David Salazar, Awo Ifa Orun.